Miedo al hablar en público

Este es el mayor freno a la hora de exponer un discurso ante una audiencia, e incluso cuando nos comunicamos con desconocidos. Es normal, forma parte de la naturaleza humana, no debemos sentirnos mal por ello, le pasa a todo el mundo (al menos en sus primeras veces) y lo bueno es que puede superarse con práctica e inteligencia emocional.

Para empezar, tenemos que recordarnos que nuestro cerebro no ha evolucionado tan rápido como nuestra cultura, de forma que en nuestro inconsciente todavía se alberga el instinto de supervivencia más primario del reino animal: evitar el peligro. Ese mecanismo de defensa también lo activa nuestro organismo cuando nos vemos expuestos ante la atención de mucha gente, y segregamos las mismas hormonas del estrés que nos preparan para una huida.

Micrófono en primer plano y audiencia de fondo

Ya veremos por qué nuestro cerebro más primitivo interpreta como peligroso el hablar ante una audiencia, pero por ahora podemos resumir a que tenemos miedo al rechazo, al fracaso y a ser diferentes, porque eso supone quedarnos solos, fallarle al grupo o llamar la atención de los depredadores, respectivamente, y en esas circunstancias se pone en peligro nuestra supervivencia. Lógicamente, un escenario donde hablar ante muchas personas no supone ese peligro de vida o muerte, pero lo cierto es que podemos sentir la misma ansiedad que en esa situación límite. Por tanto, condicionados por ese nerviosismo no somos capaces de comunicarnos con la misma soltura que ya tenemos cuando hablamos con amigos.

La buena noticia es que en oratoria se aplican técnicas para no vernos limitados por el miedo, por ejemplo con una respiración profunda, y eso nos servirá para ser capaces de pasar del pánico escénico al placer escénico, ya que ser capaces de hablar en público nos da una sensación de autorrealización muy beneficiosa y nos abre muchas puertas profesionales en el actual mundo laboral.

Visitas a este sitio web: